Todos los individuos con síntomas del Síndrome de Asperger que tienen serios problemas en el campo de la adaptación psico-social necesitan un competente trabajo de diagnóstico. Por el contrario, no hay necesidad para tal trabajo, en los casos con una buena adaptación psico-social.
Tal vez la mitad de las personas que cumplen con los criterios para un diagnóstico del Síndrome de Asperger tienen una situación de vida razonablemente aceptable, y ni ellos mismos, ni sus familiares encuentran razones para consultar a nadie acerca de estos síntomas. En estos casos, generalmente no hay necesidad de tratar de obtener un diagnóstico. Sin embargo, en un subgrupo, puede ser en realidad el principal problema que los propios individuos -o sus padres- no lo aprecian o se niegan a admitirlo. Podría tratarse del caso de un niño de escuela primaria cuyos problemas pueden ser considerados «serios» por el profesor de la clase que le resulta imposible enseñarle cualquier cosa – pero cuyos padres dicen que no hay nada «malo» con el niño. En estos casos, a menudo es necesario algo de tiempo para tratar de convencer a los padres de que el niño necesita ayuda, y necesita un competente trabajo de diagnóstico.
Algunos padres y, aunque más raramente, las madres, que también tienen el síndrome de Asperger o marcados rasgos autistas (sin saberlo) pueden sentir que los maestros exageran o que los funcionarios de salud de la escuela o psicólogo de la escuela tienden a exagerar las cosas: basta con ver lo bien que le ha ido en la vida al Padre o a la Madre que nunca recibieron un diagnóstico de asperger! A veces es posible a través de un estrecho contacto con la familia para convencerlos de la necesidad de un amplio trabajo de seguimiento.
En otras ocasiones, uno tiene que ‘renunciar’, al darse cuenta, que el padre puede estar en lo cierto y que el diagnóstico en realidad no beneficiaría al niño en la situación dada. Hay por supuesto, también los casos en que el diagnóstico no se hace, y en la que el fracaso para lograr este diagnostico a temprana edad puede tener consecuencias trágicas para el niño, o causar grandes problemas muchos años después, cuando se hacen diagnósticos erróneos de trastorno de la personalidad o esquizofrenia.
En general, el diagnóstico de síndrome de Asperger se considera que es una gran ayuda en sí misma a la persona afectada, a su familia, y a otros familiares, así como para los profesores y compañeros de su edad. Muchos de los que se han preguntado durante años por qué tantas cosas ‘salieron mal’ en sus vidas, encontramos en el diagnóstico el principio de una explicación de tantas dificultades que antes parecían ser incomprensibles.
La lectura sobre el síndrome de Asperger en un folleto, un libro, o en el Internet puede servir como una inesperada revelación, de hecho muy a menudo como una especie de revelación positiva. La idea de que hay otras personas con similares, casi idénticos problemas a menudo es un alivio enorme. Los padres, hermanos, hermanas y otras personas cercanas a la persona afectada , pueden encontrar que «ahora» ya tienen un nombre para el «problema» que trataron de entender, cambian sus actitudes y se vuelven constructivos. En lugar de hacer responsable al diagnóstico, el diagnóstico en sí toma un peso por encima de todos los involucrados. Allana el camino para actitudes mucho más útiles y permite mirar hacia adelante sin estar constantemente mirando hacia atrás, ‘desenterrando’ resentimientos y justificaciones más o menos creíbles.
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